![]() |
Fuente del Perro |
JUANJO Y LA LOCA DE ARRIQUIBAR
Aquella
Mañana Juanjo tomo una decisión. Ya no esperaba nada de la vida y decidió el
suicidio, pero antes de eso se iba a pegar la Fiesta padre y después se arrojaría a la Ria de Bilbao. Salió camino
del Banco y saco medio millón de pesetas y regreso a casa. Escribió una nota
diciendo que se suicidaba por que su vida no tenía razón de existir y por que la
vida no se había portado bien con él y lo desgraciado y deprimido que se sentía.
Había perdido el trabajo hacía dos años y no conseguía encontrar otro. Ya era
mayor para trabajar y demasiado joven para jubilarse. Su mujer lo había
abandonado precisamente por ese motivo y otros. La convivencia en esa situación
se hace difícil. Muchos matrimonios se deshicieron con la llegada de la crisis
económica que asoló a todo el país Vasco y expecialmente Bilbao. Una autentica desgracia y tragedia
para muchas familias, sobre todo teniendo hijos como Juanjo que tenía una niña
de cuatro años.
Después de acabar la nota se preparo un cubata
de Santa Teresa y miro algunos papeles para dejar las cosas ordenadas para
cuando vinieran a casa a buscarle por su desaparición, se bebió la copa y se metió a la cama Durmió hasta las siete de
la tarde se levanto y se vistió tranquilamente con su mejor ropa roquera que
consistía en un pantalón vaquero negro y una camiseta negra con el anagrama de
Los Ramones, se calzó unas botas también negras, se acicaló y salió a la calle.
Bajó al Casco
Viejo y le compro al Moro una talego de Hachis y luego a otro camello 5 gramos de Cocaína y se
fue al bar Javier de Barrenkale a tomar algo. Invito a toda la taberna a las
consumiciones que quisieran y le preguntaron si estaba celebrando algo. El
contesto que si, que esa noche se iba a librar de todos sus males. La gente y
el tabernero no entendieron nada, pero ya estaban acostumbrados a esas salidas extrañas
y a veces irónicas de Juanjo.
Hizo unos
cuantos porros y los fue distribuyendo por la taberna a todos los conocidos, alguien
le comento.
- ¡Joder Juanjo, estas hoy que te sales!
- ¡Bah, no será para tanto! Contesto Juanjo.
Siguieron
bebiendo y fumando y Juanjo se fue al Water a meterse una raya de Cocaína. Pago
todas las consumiciones al tabernero y se marcho a otro bar. Llego hasta el bar
Txakurtto de la calle del Perro. Lo llaman así por que al final de la calle hay
una fuente con tres cabezas de León y cuando lo estaban construyendo alguien
dijo que aquello parecía un perro en vez de un León y desde entonces ha sido la
calle del perro en el Casco Viejo bilbaíno. Pidió un cubata a Pilar la
tabernera y estuvo charlando con ella, contándole su secreto que nunca se
atrevió a decirla. Ella era su amor platónico y cuando fueron jóvenes estuvo
enamorado de ella y que nunca se lo dijo por que era una mujer de mucho
carácter y siempre creyó que aquella mujer no era para él. El bar empezó a
llenarse de gente a picar los buenos pintxos que siempre prepara Pilar y
dejaron de hablar, se bebió la copa y se despidió de la tabernera con un ¡Hasta
Siempre!
Ya eran las
diez de la noche y decidió ir a cenar, dudo un poco pero al final eligió ir al
Restaurante Iñakiren Taberna de la calle Barrenkale Barrena y subió al comedor.
Pidió una sopa de Pescado y un Rape al Horno, de postre una Cuajada y un Café,
Después se fue al Pub Lasai de la calle Ronda donde su amigo Murphy, y le pidió
un cubata. Se hizo un porro y lo
compartió con el barman, pasaron un rato largo charlando de la vida y
arreglando el mundo mientras iba tomando más cubatas. Marchó al water a meterse
otra raya de Cocaína y hecho una meada larga mientras miraba la pared y pensaba
por donde se iba a tirar al río, si por el Ayuntamiento o el puente de la Salve, ésta opción le pareció
mejor, pues había mas altura y posiblemente se muriera antes de llegar al agua.
Salió del
Lasai y se dirigió al Gaueko, un bar que estaba en el otro extremo de la calle
y que era como el Rockola de Madrid, un Bar legendario del rock en Bilbao que
se hizo muy famoso por sus conciertos de gran nivel con grupos locales y de otras
zonas. Esa noche había Jamsession con la Papa
Blues Band y seguramente haría algunas canciones con la
guitarra de Yves el francés.
Después de
saludar a los músicos se acerco a la barra y pidió una botella de Whiskey
Bourbon y un vaso con hielo. Se sentó en
una esquina y se hizo otro porro mientras iba viendo tocar a la
Papa Blues Band en el escenario. Saludo a
un grupo de ingleses que siempre estaban allí y que pertenecían al grupo Blue
Fevers y que participaban en la
Jamsession casi siempre. Fue bebiéndose la botella de Bourbon
y llego la hora de la participación del público y subió al escenario, el francés
le cedió la guitarra y se puso a cantar una canción de blues lento que lo
tocaba mucho Eric Clapton llamado Have You Ever Loved a Woman y mientras lo
cantaba se le iban humedeciendo los ojos,
estaba recordando a una mujer que amó cuando era joven y a la que no iba
a volver a ver más.
Siguió bebiendo,
fumando y metiéndose rayas de Cocaína por la nariz. Ya estaba completamente
borracho pero se mantenía en pie por efecto de las drogas, llegaron las cuatro
de la madrugada y salió del local dirigiéndose al bar Café de la Villa en la misma calle y
siguió bebiendo, drogándose y despidiéndose de la camarera del bar totalmente
borracho y meloso, la camarera lo aguantaba por que le conocía y sabia un poco
de su vida pero ese día estaba bastante pesado. Un cliente que no entendía
mucho de aquello se metió por el medio para separarle del borracho y le
amenazó, Juanjo ni corto ni perezoso al mismo momento le dio un puñetazo en la
boca y el otro cayo desplomado. Entonces la camarera se enfado con él y le dijo
que se fuera y Juanjo le respondió que si, que se iba y que no la volvería a
ver jamás. La camarera le miro con cara de resignación.
Juanjo se acerco a la parada de taxis de la Iglesia San Antón y se montó en uno, le indico la dirección del
número dos de Alameda de Recalde y se bajo, siguió andando y se dirigió al
puente de la Salve
al punto más alto. Se quedo mirando un instante al río que estaba con marea
baja y pensó que eso era mejor que con marea alta, la marea alta podría
frenar la caída y no morirse, se sentó
al lado de la barandilla y se hizo un porro y mientras fumaba miraba las luces
de la ciudad y pensaba que aquél era su último porro de Hachis. Pensó en su
vida lo alegre que fue en su juventud y lo desgraciado que era ahora, era un
hombre sin futuro, fracasado, estaba completamente sólo en su interior y
exteriormente, sin nadie a quien amar por las noches. Pasaron por su mente los
errores cometidos en su vida, en lo irresponsable que fue algunas veces, el no
haberse preparado lo suficientemente para el futuro. Pero era un producto del
Franquismo, había gastado su juventud comprometiéndose demasiado como activista
político, se jugo la vida en manifestaciones, arrojando propaganda, colocando
pancartas, peleando en las barricadas y ¿ahora qué? Los políticos habían
traicionado todo en lo que creyó entonces. Era nieto de los que perdieron la
guerra y estaba influenciado de toda la
ideología aprendida en casa y en la calle. Tenía que haber seguido siendo
músico pensó al final, no haber abandonado nunca lo que era su vocación y haber
estudiado todo lo posible para ser un buen guitarrista, pero tampoco tuvo un
apoyo expreso de sus progenitores que deseaban otras cosas de sus hijos y ser
músico era una mala carrera, la pobreza estaba asegurada ¡Pobreza! Se dijo en
su interior ¡Mas pobre que ahora no seré nunca!
El último
porro le subió por toda la cabeza, apenas sentía el cuerpo y podía levantarse
del suelo, poco a poco se colocó en la barandilla para tirarse. Se sentó a
medias con un pie en un lado y el otro fuera de la barandilla, miro a su
alrededor como para despedirse de Bilbao y de la Vida y cerro los ojos, fue soltándose
lentamente y escucho una voz fuerte que decía ¡Aita! Se agarro de nuevo a la
barandilla y se quedo casi en blanco totalmente confuso y obnubilado, miro
alrededor y se volvió de nuevo a sentar encima de la acera del puente, comenzó
a llorar fuerte y angustiadamente,
- ¡Ay lo que he ido a hacer! se decía.
- ¡Hija mía¡ mientras lloraba amargamente viendo la
imagen frágil de su pequeña hija. Una emoción surgía de su alma era la Ternura mas grande que
había sentido nunca ¡Su hija! ¡Su tesoro más preciado! Seguro que le necesitaría.
No podía abandonar a aquella niña.
Paso algunas
horas sentado en la acera del puente, los efectos de las drogas y el alcohol se
fueron disipando. Se incorporo, tomo el ascensor del puente para bajar al otro
lado de la ria y andando por la orilla derecha llego hasta el parque del Arenal bilbaíno. Estaba cansado
por el alcohol y la tensión acumulada de su intento de suicidio y se sentó en
un banco, se fumo un cigarro y se quedo
pensativo. Iba a hacer la locura criminal más grande que se puede hacer,
abandonar a una chiquilla pequeña y dejarla sin padre que tanto la amaba y la niña como le quería y
comenzó a recordar cuando era una bebe y los paseos por el casco viejo los
domingos con ella, iban a comer pinchos y a comprar piedras minerales a la Plaza Nueva. Juanjo comenzó a
sonreír viendo esas imágenes, pensó que tenía que resistir como fuera por la
niña y sobrevivir para verla crecer. Encendió otro cigarro y espero a fumárselo
para ir a casa cuando en ese momento se levanto una niebla espesa sobre el
parque. Juanjo no había visto una niebla como aquella en el Arenal, había un silencio y una calma especial,
sintió como que aquello se transformaba en otro mundo, otra época. Las luces
del parque se veían raras, la
Iglesia de San Nicolás sobresalía por la niebla
fantasmagóricamente, Juanjo no salía del asombro, el sonido de las distintas
fuentes del Arenal parecían voces, se
escuchaba también algún sonido de aleteos de aves y algún canto de los Mirlos.
No se atrevía a moverse de allí, estaba medio asustado y a la vez feliz de
aquella sensación, estaba viviendo un momento casi mágico, pensó que a lo mejor
sería por los efectos de las drogas que aún no se le había pasado y que estaba
alucinando. Diviso una sombra que se le acercaba y se puso en guardia, la
sombra al reflejo de una luz daba un aspecto de miedo y Juanjo pensó que a lo
mejor se estaba muriendo allí mismo y le entro angustia y se levanto de un
salto pero la sombra le hablo.
-¡No te asustes hijo! Le dijo mientras se acercaba.
Juanjo vio a una mujer con aspecto de vagabunda que llevaba unas bolsas en la
mano y a su lado había un perrito de raza callejera muy asustado. La señora se
sentó en el banco y Juanjo hizo lo mismo y se quedo observándola. La señora
tenía una cara bella y unos ojos hermosos pero con aspecto de cansancio, los
cabellos eran rubios y parecía que tenía buen talle aunque con toda la ropa que
llevaba no parecía. La señora también le observaba, el perrito se puso debajo
del banco acurrucado a los pies de la señora. Esta dejó los bultos y después se
estuvo colocando bien la ropa y luego miro a Juanjo y pregunto.
- ¿Que haces aquí?
- Estar contesto Juanjo.
- Pareces un borracho, le dijo la señora
- Si, pero se me esta pasando contesto él.
- Y por que has bebido? Le pregunto ella.
- Problemas de la vida dijo él.
- ¿Que sacas con beber? Con eso no sacas nada en
limpio. Lo que tienes que hacer es enfrentarte a tus problemas, dijo ella.
- Ya lo se, contesto Juanjo y se puso a hablar
comentándole la locura que iba a hacer aquella noche, cómo escucho la voz de su
hija y que eso le salvo de la muerte. Le contó que no tenía trabajo ni
esperanzas de encontrarlo, que la situación del empleo estaba muy mal y que
intento buscar otro tipo de empleo, que hizo cursillos pero que por edad no le
empleaba nadie en ningún sitio y que tiraba la toalla.
La señora le
contó que ella también había pasado por esa situación aunque era distinta, ella
había sido una actriz famosa de Bilbao y que por amor a un hombre se busco la
ruina, que el hombre la dejo y se caso
con otra y ella estaba loca por él y le iba a ver todos los días a su trabajo
que estaba en el parque de la Plaza
Arriquibar y que ahora la llamaban la loca de Arriquibar.
Estuvieron un rato largo charlando y Juanjo se quedo dormido.
Se despertó
con el sonido de una trompeta, era un Rumano que estaba en el Puente del arenal
que tocaba un Boggie de Louis Amstrong, era el Go marchining. Juanjo miro a su
alrededor y vio el parque del Arenal como siempre lo había visto todos los
días, la señora ya no estaba y pensó que quizá estuvo soñando pues la loca de
Arriquibar había muerto hace tiempo. Fue a levantarse y se encontró a su lado
un periódico, lo cogío para llevárselo y observo que era el diario Correo
abierto justo en la zona de anuncios de empleo, Vio en letras grandes un
anuncio que decía “Se necesita encargado para establecimiento Hostelero en el
Casco Viejo, se precisa experiencia, dotes de mando y amplios conocimientos de
música, interesados llamar para entrevista” ¡No se lo podía creer! El era todo
eso, miro la fecha y vio que era de ese mismo día. Se levanto caminó hasta la Plaza de Don Diego López de
Haro y entro en una Cafetería llamada Colavidas en la calle Hurtado de Amezaga para
llamar por teléfono, el barman le miro un poco raro pues tenía un aspecto sucio
y de vagabundo. Juanjo llamo por la cabina del bar y quedo a las ocho de la
tarde para la entrevista, después marchó a casa, durmió hasta las seis de la
tarde, se ducho, se puso ropa limpia y se presento a la cita. A la mañana
siguiente le llamaron para decirle que él puesto era suyo.
Un día que
pase por allí a tomar un café me lo encontré y me contó lo que le había pasado
¡Había sucedido un milagro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario